miércoles, 16 de junio de 2010

Capítulo 7

CAPÍTULO 7: Siento ira por... mucha cosas, ¿o debería decir gente?

Me quede frente al ordenador, pero, ¿qué había pasado? ¿Qué había de lo nuestro? A ver si era verdad lo que me dijo David… No estábamos juntos. Él estaba con otra, con May además. Ella era morena, bajita y extremadamente delgada.

Sí, estaba claro que la odiaba más a ella, aunque era consciente de que ella no tenía la culpa, Jaime realmente era… desplace ese pensamiento de mi cabeza, Jaime era un cabrón, eso era lo que era. Había jugado conmigo.

Estaba frustrada, enfadada, agobiada, confusa… y sobre todo, dolida. Apague el ordenador y comencé a llorar, me tumbe en la cama aplacada, pensando en mi vida, y en como acababa de cambiar con una simple fecha y unos simples números.

-Adriana ya esta lista la… - la criada irrumpió en mi cuarto y se quedó en silencio al verme – la cena está en el salón.

-No voy a cenar. – murmuré dando por finalizada la conversación.

La criada debió hablar con Jorge, que poco después estaba en mi cuarto.

-¿Cabe la posibilidad de qué me lo cuentes? ¿O mejor te apoyo en silencio? – Por primera vez, creo que en mi vida, tenía ganas de abrirme y de contarlo todo.

-Han jugado conmigo Jorge, me siento estúpida, he caído como una tonta, creyendo algo que no existía. – dije entre lágrima.

-¿Jaime?

-Sí. Yo creía que estábamos juntos. Joder… si es que un poco más y lo hacemos. – Jorge abrió los ojos como platos y me miro.

-¿Qué?

-Olvídalo. Él tiene novia, desde el viernes tiene novia. Pero… se supone que estábamos juntos. ¿Acaso el no quedar un viernes significa no estar juntos?

-Adri, los chicos aquí son así. Caprichosos, cuando quieren algo lo consiguen. Vives en un barrio residencial a todo lujo, ¿qué esperas? Gente honrada.

-Mi padre es un político corrupto. No espero gente honrada. Aunque creo que después de esto no espero nada de nadie.

-Lo siento Adri.

-No me llames Adri. No me llamo Adri. Tengo bastante con tener que soportarlo en la escuela, no tengo porque hacerlo aquí.

-Sabes que es por cuestiones de seguridad.

-Pues entonces no me llaméis directamente.

-Pero…

-Y ahora si me disculpas, quiero estar sola. – Dije mientras me encamine, abrí la puerta, y me quede de pie esperando a que Jorge saliera.

-Está bien… - meneo la cabeza y salió despacio. Cuando estaba fuera se volvió. – Yo no tengo la culpa, no es justo que lo pagues conmigo. – Pero yo estaba tan cabrada, que cerré de un portazo notable. Si mi padre estuviera allí diría: “chica que no vives en un castillo”. Pero no estaba, él no estaba

La verdad es que tenía razón, no era culpa suya, tampoco mía, o quizá sí, por creerme cosas que no eran. Dicen que de los errores se aprende, y tenía muy claro que de este iba a aprender y mucho además… me quedé dormida pensando en eso, y, por raro que parezca, en la venganza, quizá vengarme no estaría mal en este caso.

La mañana siguiente era de un sol cegador. Bonito día pensé, recordé la noche anterior y comencé a odiar el sol. Me gustaría más un día lluvioso, gris, en el que mi ánimo conjuntara con la atmosfera. Luego lo pensé mejor, a lo mejor tampoco estaba mal que hiciera sol, tendría que hacer que el ánimo conjuntara.

Me vestí lo mejor que pude, un pequeños pantalones cortos preciosos, negros, elegantes. Una camiseta blanca, ancha, que dejaba un hombro abierta a sugerencias. Sandalias, que hacían parecerme más alta. Me miré al espejo, si el ánimo no conjunta con el día, mi estilo lo hace.

El camino al instituto fue silencioso con Jorge, me sentía mal, pero tampoco tenía que pedir disculpas, o eso creía.

Entre como siempre y no note nada raro, hasta que encontré a May y a Jorge en la puerta de clase juntos, genial, esto iba a ser la hostia…

La mañana transcurría bien, a tercera tocaba religión, éramos pocos, cinco para ser claros. Dani, Jaime, Lydia, un chaval cuyo nombre desconocía, y yo.

-Chicos, hoy quiero hablar de los pecados capitales, en plan debate. ¿Podéis decírmelos?

-Lujuria, Avaricia… - Comenzó Lydia.

-¿Pereza? – probó suerte Dani.

-Gula. – musitó Lydia nuevamente.

-Soberbia. - Dijo el chico sin nombre.

-Envidia. – Dijo Jaime.

-Bien chicos solo os falta uno. – El profesor niño. Y ese uno lo sabía yo, era un pecado que yo ahora mismo estaba cometiendo.

-Ira… - deje mostrar mi ira, mi enfado, mi dolor, en una sola palabra, en tres simples letras.

-Bien, aquí comienza el debate, ¿sentir o no sentir los pecados? Empecemos por el último: Ira. Adriana, ¿alguna vez has sentido, o sientes, ira?

-Siento ira por muchas cosas… ¿o debería decir gente? – dije con una pequeña sonrisa maligna.

-¿Quién cree que eso está mal? – Jaime alzó la mano, debía ser una broma, él no era el más indicado para hablar.

-No se debería sentir, es decir, perdona, vive, siente, ¿no?

-Creo que a veces la gente tiene derecho a sentir ira, o a sentirse enfadada… - intervine.

-Supongo que depende del caso, pero no se debería sentir algo tan fuerte como la ira.

-O sí… - murmuré.

-¿Tendrías derecho a sentir ira por mí? Nadie quiere que alguien sienta ira por él, todo el mundo vive libre, vive y deja vivir, Carpe Diem… - Parecía que ya hablábamos de lo mismo.

-¿A no? – me gire dándole la espalda. – Parece mentira que seas tan tonto y no pilles una… Creo que tengo derecho a sentir ira por ti, por tu novia, por lo que has hecho, ¡por todo!

-Venga Adri… que estamos en clase, ten un poco más de vergüenza y de respeto, que la envidia es otro pecado. – Le mire incrédula.

-¿Te das cuenta de lo que acabas de decir?

-Chicos chicos… haya paz… - dijo el profesor, mirándonos confuso. Toda la clase estaría al corriente de todo, y esto debía ser el bombazo…

lunes, 14 de junio de 2010

Capítulo 6

CAPÍTULO 6: No sabía a quién odiar más...

En cuanto Jaime salió por la puerta me acosté. Estaba muerta. Tendría que echarles un vistazo a los cuadernos. O no. Al fin y al cabo, para lo que quedaba de curso no creo que se hicieran más exámenes. Así que dormí diez largas horas. Me levante más temprano para arreglarme. Antes de tiempo sonó el timbre. ¿Sería Jaime? ¿O David querría arruinar los planes con Jaime una vez más? Abrí y era Jaime. Nos saludamos con un beso corto pero cargado de sentimientos. Me gustaba, le gustaba. Se quedo mirándome expectante, como si esperara algo. Tras un largo silencio, la atmosfera se volvió incomoda.

-Tenía algo pensado para ti, pero no sé si te va a gustar. - murmuró no muy convencido.

-¿De qué se trata?

-Podemos ir al colegio. O que el martes sea perfecto perdidos en el campo. - Vivía en una urbanización, como una mini-ciudad, pero al lado del campo. Estaba dispuesta a saltarme las clases y pasar el día con él.

-Me decanto por la B. - Me miró perplejo y luego sonrió.

-Entonces vamos a por mi moto y a por algunas cosas que ya tenía preparadas. - Lo que significaba que tenía todo planeado ya.

Caminamos hasta su casa. Vivía en un pequeño chalet, en una calle llena de chalets parecidos. Estaba pintado de blanco por fuera. Tenía una pequeña piscina y un porche en la parte delantera. Entramos al garaje y dejamos las mochilas. Cogió otra mochila diferente y monto en su moto.

-Bella dama, ¿querrías acompañarme? - dijo entre risas.

-Por supuesto mi caballero. - dije poniendo una voz extraña.

Fuimos hasta el campo, a un prado alejado. Extendió una bandera inglesa en el suelo a modo de mantel y nos tumbamos encima. Hacia un día caluroso de verano, demasiado caluroso. Me miraba atentamente, y yo miraba a las nubes temiendo encontrarme con sus ojos.

-¿Qué miras tanto? - dije entre risas.

-A ti. - No esperaba una respuesta tan directa.

Me beso despacio, un beso que se alargo y fue acelerándose. Bajo sus manos a mi cintura, y luego subieron a mis pechos. La situación se calentaba y yo aún no había decidido nada, ¿quería algo más? Bueno eso estaba claro.

Sonó mi teléfono, suficiente para concederme una pausa. No me llamaban, era un mensaje.

-Contesta. - Dijo apartándose. Parecía molesto.

-Es un mensaje. - Murmuré incorporándome.

Cuando paro de sonar, era la canción 88 de SUM41 miré el mensaje. Era de Jorge, no iba a haber nadie en casa durante el día. Era martes, día libre para todos excepto Jorge, pero tenía asuntos y confiaba en que me las apañaría sola.

-Parece ser que mi casa está vacía. Podemos ir allí.- Dije mirando la pantalla del móvil que en ese momento quedo negra. El rió por lo bajo. - ¿Qué? - Le miré incrédula. ¿De qué se reía ahora?

-Nada nada. Es solo que seguro alguien llama a la puerta, al teléfono o simplemente se presenta.

-¿Y qué? Tampoco hacemos nada malo. Es más no hacemos nada. - Dije pronunciando diferente la palabra nada, a ver si pillaba la indirecta.

-Oh, entiendo. O eso creo. - Murmuró no muy seguro.

-No es nada, simplemente yo nunca... yo soy...

-Ah, eres...

-Exacto. - Tras el minuto de incomodidad siguiente decidió crear otro momento incomodo.

-Yo no. - El silencio se hizo más pronunciado.

-Bien. Tras la incomodidad podemos irnos.

-No debería ser incomodo.

-¿Eh?

-No teníamos porque hablarlo así. Es algo normal, o eso dicen. Además, perderla con alguien que no lo es, es mucho mejor. - Dijo sonriendo, pero yo no sonreía precisamente. Así decidió callarse.

-Creo que deberíamos ir a comer. - Susurró. Miré el reloj. Eran la una y media. Se me había pasado la mañana volando. Los martes había laboratorio por la tarde para los de primero de bachiller. Así que tendríamos que ir a comer y luego ir a los laboratorios.

Montamos en su moto y llegamos al instituto justo a la hora de comer.

-Siéntate conmigo, con mis amigos. Estará David.

-Vale.

Entramos cogidos de la mano en el comedor y nos dirigimos a su mesa. Había gente que no había visto en la vida, y otros que iban a mi clase pero que no conocía sus nombres. Dos chicas me echaron una mirada envenenada y estoy segura que era por estar con Jaime.

-Chicos os presento a Adriana. Adriana estos son Daniel, - Ese iba a mi clase, me miro sonriendo. - Javier, Guille, Diego, Nuria, Lydia y May. - May y Lydia eran las que me habían mirado mal, que tampoco parecían llevarse muy bien entre nosotros. - Y a David ya le conoces. - Todos parecieron sorprendidos.

-Éramos... amigos en la infancia, ¿no Adri? - Dijo David mirándome y enfatizando mi nombre, bueno mi "nombre".

Durante la comida todos hablaban. Javier era buena persona, así sin más. Daniel, Dani para los amigos, se mostraba más reacio a mí. Guille era... raro, se comportaba de manera extraña y no paraba de mirarme. Diego era gracioso, muy muy gracioso, me caía bien. Nuria se portó bien conmigo, era la hermana de Guille, hermana melliza, pero ella no era tan rara. Lydia y May ni me miraron. Me odiaban hasta sin conocerme.

En el laboratorio me puse con Dani, no era tan reacio, era el mejor amigo de Guille, y congeniamos muy bien.

A la salida, David quiso hablar conmigo.

-Necesitas un tuenti.

-¿Qué?

-Deberías saber cómo es realmente Jaime, y como son todos. - Dijo entre risas.

-Házmelo.

-¿Qué va a hacerte? - Dijo Jaime entre risas.

-Un tuenti. - Murmuré sonriendo, y Jaime y yo nos besamos ante la atenta mirada de David.

-Me parece bien. Luego te agrego.

David me acompaño a casa, me hizo un tuenti y me explico cómo funcionaba. Yo y el ordenador nunca fuimos grandes amigos, pero nunca es tarde.

-Pues al habértelo hecho lo más seguro es que dentro de poco tengas la petición de la gente de la comida. Y con eso atraerás a muchísima más gente. Bienvenida al círculo. - Dijo bufando.

-¿Te molesta? - Pregunte enfadada.

-¿Te crees que es guay? Vas a tener que soportar muchos comentarios por salir con Jaime. Si es que salís juntos... que dada la actitud de May no me queda muy claro. - May, la chica que me miro mal, que raro... - Tendrás una apariencia, y yo que tú me iba apuntando a un deporte o al club de las animadoras. - Se rió y me miro. - Saam... No creía que volviera a verte. Cuando te fuiste... me sentí tan solo, y tan engañado... Por eso me empecé a juntar con ellos, a ser como ellos. Pero ahora que has vuelto, me siento más como antes. Y no quiero que tú te acerques a esto.

-La gente cambia. Tú has cambiado. Yo he cambiado. Y cambiaremos más. Pero eso no significa que vayamos a dejar de ser amigos.

-Tampoco que vayamos a serlo. Han pasado muchas cosas, buenas y malas. Tenemos que ponernos al día. Para empezar, tú nombre. Algo me dice que las cosas no van bien.

-No vas directamente. Es una larga historia, y agradecería que la escucharas, otro día. No son buenos momentos para eso.

-De acuerdo. Te respeto, y confió en ti. Ten cuidado. Y ya verás el tuenti dentro de un par de horas, serás una tuenti-adicta más. - Dijo entre risas, se despidió y se fue.

Pasado un rato abrí el tuenti. Madre mía, David tenía razón. 37 peticiones de amistad. Diego, Jaime, Javi, Dani, Lydia, Guille, May, Nuria. Y mucha más gente que no conocía. Según fui aceptando empezaron a llegar comentarios, mensajes y también comentaron las fotos que había subido.

La semana transcurrió sin más. Estábamos a finales de mayo y éramos conscientes de que se acercaban los exámenes de junio. Me dijeron varias veces de quedar el viernes. Pero este fin de semana venía mi madre de visita, y debía contarle todo lo viernes será. Que había pasado con papá. Otro viernes será.

El fin de semana transcurrió rápido con mi madre, tampoco sabíamos cuando podríamos volver a vernos. Pero seguro que antes que a papá sí.

La sorpresa llegó el domingo por la noche, cuando entré a mi tuenti, tras un rato leyendo y contestando comentarios decidí cotillear el perfil de Jaime. No me había llamado, ni comentado, ningún mensaje, era raro. Entonces llegó el dolor. Una foto, eran él y May. Salían besándose. Entre en ella. Subida por May, el viernes 21 a las once de la noche. Y lo peor no era la foto, no no. Lo peor era que había una fecha, unos números que claramente se veían que era una fecha, 21O510. Estaban saliendo, él no salía conmigo, no. Él salía con May. La chica que me miraba tan mal. Y no sabía a quién odiar más, si a May o a Jaime...

domingo, 13 de junio de 2010

Capítulo 5

CAPÍTULO 5: Mi martes especial

Llegue a Madrid a las seis de las tarde del domingo. Entre por casa y lo primero que hice fue mirar el teléfono. El piloto rojo del contestador pestañeaba. Pulse el botón y una voz indico que había dos mensajes nuevos. Uno era de Jaime y otro de David, empece por el de Jaime.

-Buenos días, tardes o noches, cuando quiera que me oigas. El caso es que estoy muy muy muy aburrido por casa, un sabado por la tarde aburrido, ¿te lo puedes creer? Jajaja. Bueno le he pedido tu número a David y, ¡tachan! El caso es que... te echo de menos, el martes paso a buscarte.

Sonreí cuando acabo. ¿Cómo es que David sabía mi número? Si había cambiado de teléfono. Bueno ahora no importaba. Pulse el botón de nuevo y empezó a sonar la voz de David.

-Le dí tu teléfono a Jaime, espero que no te importe. Sé que no debería meterme en tus asuntos, y menos después de tanto tiempo, pero sabes que eres una de mis mejores amigas, y por mucho tiempo que pase seguiras siendolo. Quiero que nos pongamos al día de todo, que me cuentes que ha pasado, tu nombre, tus padres, tu casa, incluso tu pelo ha cambiado. Tenemos mucho de lo que hablar. Y... creo que deberías alejarte de Jaime, es uno de mis mejores amigos, y le conozco.

David siempre igual, no podía dejar a una en paz.

Decidí que lo mejor iba a ser acostarme, porque con tanto cambio horario, tanto disgusto y tanto mensaje estaba que no podía. Antes debía llamar, tras mi ausencia de hoy quizá lo de mañana se cancelaba. Cogí el teléfono de Jaime y lo marqué.

Piiiiiii. Piiiiii. Piiiii. Una voz carraspeá y contesta al teléfono.

-¿Si? - Era su voz, la voz de Jaime. Tan adorable como siempre.

-Jaime, soy yo, Adriana.

-¡Adri! ¿Estás bien? - Pareció alegrarse de oirme.

-Sí, sí. Es que al final llegué tarde y esta mañana me he quedado en casa. ¿Qué habeis hecho hoy en clase?

-Nada del otro mundo... - Pareció pensar algo. - Si quieres, puedo llevarte los apuntes de hoy y mañana me los devuelves. - Me sugerió. Estaba muerta pero cualquier posibilidad de verle era tan irresistible...

-Emm... De acuerdo.

-En media hora estoy allí.

-Vale. - Colgué y corrí al baño a ducharme. Estaba muerta del viaje, y sudorosa también.

Me duche tranquilamente, me lavé el pelo, y me vestí completamente de blanco. Cuando me vestía de blanco me sentía bien. Sono el timbre y corrí a abrir. Era él, allí esperaba como siempre.

-Hola. - Se acerco y me dio un beso despacio. Sonreí.

-Gracias por traerme las cosas. - Llevaba dos cuadernos en las manos que me entrego. Tras un silencio incomodo habló.

-Debería irme, ¿no?

-No no no. O sea, después de venir, podías entrar o algo. ¿No? - Sonreí.

-Estas preciosa de blanco.

-¿Eh?

-Nada nada. - Su sonrisa me hacia grande. Y había dicho que era preciosa, debía de gustarle.

-Entremos.

Le cogí la mano y me siguió adentro.

-¿Estan tus padres? - Susurró

-No. - En ese momento comprendí que todo eran mentiras, y que iban a serlo, pero no podía hacer nada por evitarlo. Deseché ese hilo de pensamientos y me centré en el presente.

Llegamos a la habitación y dejé los libros en el escritorio. Me giré y él estaba cotilleando todo. Me reí y entonces se quedo mirandome.

-Tienes muchos libros. Y discos. Y películas. Un buen ordenador. No me extraña que vivas en tu casa. ¿A qué se dedicá tu padre? - Joder... Y las mentiras volvían a la carga.

-Em... tiene... una empresa.

-Aham... - Se había acercado, sonrió y me besó. Pero no como las otras veces, esta veces el beso se alargo, me cogió de la cintura. Puse una de mis manos sobre una de las suyas. Bajo sus besos a mi cuello y yo sonreí. En ese momento Jorge entró a la habitación. Jaime se apartó de repente e intento disimular bajando la cabeza.

-Lo siento Adri. No sabia... - hizo una pausa y se rió. - No sabía que hubiera visita.

-Pues sí, deberías aprender a llamar a las puertas. Jaime este es Jorge. Jorge este es Jaime.

-Heey. - Dijo Jaime levantando una mano y con su particular sonrisa.

-Bueno yo casi que me voy. Solo iba a decirte que tu madre ha llamado. - Mi madre había llamado, pero no había sido mucho porque no me habían avisado.

-Esta bien. Luego hablamos.

-Ya lo creo. - dijó riendose y salió de la habitación.

-Vale lo siento, Jorge es así... no suele haber mucha gente en mi cuarto.

-Me quedo más tranquilo. - Dijo riendose.- Ahora es cuando tu dices quien es Jorge. - Venga, vuelta a las mentiras...

-Es un amigo de la familia. Vivé aquí mientras esudia. - Si Jaime iba a estar mucho tiempo por casa, debía contarle todo a Jorge.

-Bueno nena, creo que voy a tenerme que ir a casa. Mañana paso a buscarte. Vamos a tener un martes perfecto.

-Mi martes perfecto. - dijé sonriendo.

viernes, 11 de junio de 2010

Capitulo 4

CAPÍTULO 4: Con 9 367 Km de por medio.

Me dormí pensando en los acontecimientos de la tarde anterior, en la despedida, en el viaje fugaz a Los Angeles, y, sobre todo, en Jaime.

No era posible que yo me estuviera enamorando, y mucho menos que estuviera siendo correspondida. Desde pequeña no había sido de tener muchos amigos, y mucho menos novios. Me centraba en mis notas, en mi vida, y además el trabajo de mi padre me proporcionaba una gran vida dentro de las puertas de mi casa. Después de todo lo que paso mucho menos iba a salir. Mi único amigo siempre había sido David, hasta que desaparecimos, y ahora volvía. David estaba de vuelta, más bien yo estaba de vuelta, aun que no sabía que iba a pasar entre nosotros…

A las tres y media de la mañana Jorge me despertó, apenas había dormido dos horas. Me vestí rápidamente, y baje donde nos aguardaba el coche.

Llegamos a LAX (aeropuerto de Los Angeles, California, USA) a las 10 de la mañana hora de allí, tras 14 horas de avión. A la ida ganaba tiempo, porquesalí de Madrid a las 4 de la mañana, y llegue a Los Angeles a las 10, pero a la vuelta… Y pensar que tenía que volver mañana por la noche.

Tras salir del aeropuerto, nos esperaba un coche oficial, no me solte de la mano de Jorge ni un momento. Si mi padre estaba allí, significaba que estábamos todos en peligro. A parte del FBI, detrás de mi padre andaba algún grupo más corrupto, como la mafía. Suena fantástico ya lo sé, pero en El Padrino no todo era mentira.

Fuimos a un hotel a las afueras de Los Angeles, era un hotel pequeñito y familiar. Nos dieron las llaves de nustras respectivas habitaciones, y quede con Jorge en encontrarnos en el vestíbulo uno hora más tarde.

Entré a mi habitación y allí estaba mi padre. Me quede paralizada al verle, no parecía él, se había rapado el pelo, estaba mucho más delgado, y parecía agotado. Corrí hacia él y le abrace, tenía los ojos anegados de lagrimas.

Tras un rato de preguntas simples y comentar cambios nos sentamos a hablar.

-Tengo algo que decirte. – Comenzó a decir. – Las cosas no van bien, eso es evidente, pero a partir de ahora van a ir peor. - ¿Cómo no? – Antes, me escondía, y un pequeño grupo de personas lo sabía, pero alguien ha dado el chivatazo y me están buscando. Conseguimos distraerlos en Hong Kong, pero es posible que pase mucho tiempo huyendo, por eso quería verte. Pedirte perdón por todo, porque las cosas no deberían ser así, por la vida que os estoy dando a ti y a tu madre, que no la mereceis. Arreglare esto lo más pronto que pueda, y todo volverá a ser como antes. Lo prometo. – Se quedo mirando, esperando a que dijera algo. Algo que no acertaba a decir.

-Has dicho, “conseguimos”. ¿Tú y quienes? - Me miró sorprendido.

-Es bastante evidente que no trabajo solo, pero simplemente somos una sociedad…

-Que os dedicais a huir. Pero papá, ¿quién te persigue? ¿la policía o la mafia? – Guardó silencio y agacho la cabeza. – Muy bien papá. Y así pretendes que te perdonemos todo. Ahora me va bien, saco buenas notas, salgó, David ha vuelto, y tengo… novio. Pero me separan 9367 km. por estar contigo. ¿Dime que he hecho yo para merecer esto? Sabes que nunca me he quejado, nunca te he culpado de nada, ni yo ni mamá, pero quizá es hora de empezar a hacerlo. – Suspiró y me miró.

-Sé que me equivoque. Pero, ¿acaso crees que a mí esto no me duele? Yo ni siquiera tengo una vida normal, si es que a estar continuamente huyendo se le puede llamar vida. Solo quería pasar estos días contigo que me contaras todas las novedades, que parecen ser muchas. Y despedirnos por una larga temporada. – Sonreí, pensando en que debía aprovechar este tiempo.

-De acuerdo. – Me abrazó.

-¿Has dicho novio? – Medité durante un momento, no sabía si era mi novio o no, pero algo pasaba.

-Sí.

-¿Y has dicho David?

-Sí.

-Vale tienes que contarme todo pequeña. – Dijo entre risas.

Comimos juntos y le hable de todo lo que había pasado desde que nos vimos por última vez. El tema de David le alegro mucho, sabía que siempre había sido mi amigo y podía confiar en él. Lo que significaba que tenía carta libre para contarle lo que pasaba, el cambio de nombre y de aspecto, y todo lo demás. El tema de Jaime era más delicado, ya que no sabía realmente que pasaba.

-Me beso. Él me pidió salir, vino a buscarme y él me beso. Creo que estamos juntos. – dije y sonreí.

-Pues claro, como para no estarlo, si te dejara escapar sería muy tonto.

-Los padres siempre igual ¿eh? – Hablabamos de manera natural, como si no nos hubiéramos separado, como si no nos tuviéramos que separar.

-A la noche me voy. – murmuró sin venir a cuento.

-¿A dónde?

-República Dominicana.

Comimos en silencio. Y luego llego la despedida llena de lágrimas. Ambos sabíamos que tardaríamos mucho tiempo en vernos. Cuando monto en el coche y marchó, supe que algo se había ido. ¿Quién me aseguraba que le volviera a ver?

Me tumbe en la cama de mi habitación y me puse a llorar sin parar. Al cabo de un rato entro Jorge y se sentó al lado mía, guardando silencio, pasando su mano por mi cabeza y mi espalada, intentando tranquilizarme, algo ahora imposible.

-Lo siento enana.

Paso allí la noche conmigo. Me desperté abrazada a él y poco a poco me fui desperezando. Tenía la sensación de haber dormido un día entero. Mire el reloj y eras las cinco de la tarde. Pues casi un día entero.

Capitulo 3

CAPITULO 3: ¿Cómo es que no te he conocido antes?

Me llevó a un lugar que era como un café, saludó a un par de personas y luego nos sentamos en un reservado, no me podía creer esto, y al parecer mucha gente tampoco, el chico popular estaba pasando la tarde con la margi, ¡taquillazo seguro! Pero no era una película, era mi vida.

-Estas muy callada – Murmuró Jaime clavando sus ojos verdes en mí.

-Bueno… soy reservada con la gente que no conozco. – últimamente me arrepentía mucho de lo que decía.

-Pues conóceme – mostró su sonrisa mirándome.

-Eres popular, tienes un “círculo de amigos”, pero sin embargo estás pasando la tarde con una marginada social, ¿por qué? – me miró sorprendido, y apostaría todo a que no sabía que decir.

-No creo que seas una marginada, me encantaría ser como tú. La gente está pendiente de mí, o fingen ser mis amigos porque “molo”, bah les odio… - en ese momento me pareció el chico con el que me choque, interesado y… normal.

-No molas. – dije riéndome y él soltó una carcajada.

-Con que esas tenemos, ¿eh? ¿No molo? ¿Ni siquiera un poquitín? – pensé durante un instante una respuesta creativa.

-Le molas a la gente, las pavas te… le molas a las pavas y los chicos quieren ser como tú.

-Buena teoría… lo que significa que a ti te molo… - dijo con una enorme sonrisa

-¿Quién ha dicho eso?

-Eres una pava.

-pero no soy como todas…

-Eso no lo dudo.

-Entonces

-Se dice entonces cuando ya se ha hablado del tema – recordé que eso se lo había dicho yo cuando nos conocimos y empecé a reírme.

El resto de la tarde transcurrió entre risas y tonterías y críticas a la sociedad del instituto. Miré el reloj y eran las diez y media, a las cuatro salía mi avión hacia LAX, eran muchas horas de avión para estar de vuelta el lunes a las seis de la tarde, pero vería a mi padre y eso me hacia feliz.

-Creo que debería irme a casa, mañana salgo de viaje. – dije un poco dudosa de si debía o no decirle a donde.

-¿Mañana? ¿A qué hora? – Opté por mentir.

-A las ocho, somos madrugadores. – dije sonriendo.

-¿Y a dónde vas? – Ya había pensado en eso, opté por lo más fácil.

-Al pueblo. – Eso no debía fallar, esperaba que no hubiera más preguntas.

-Pues que te lo pases bien. Hablaremos el lunes en clase. – Bueno más bien el martes pero no quería más preguntas así que asentí. – Te acompaño a casa.

Caminamos silenciosamente hasta llegar a mi casa, que estaba bastante apartada del centro. Vivía en una enorme casa, había una casa similar al lado, pero que actualmente estaba vacía.

Llegamos a la puerta, y no sabía muy bien como despedirme, el se acerco a mí, y yo como buena estúpida que soy puse la mejilla. Él, confuso, me dio un beso y se apartó silenciosamente.

-Supongo que… hasta el lunes. – murmuró

-Sí. – dije incomoda

Y tras pasar unos silenciosos segundos se alejó de allí.

Me quede durante unos minutos en el porche delantero, maldiciéndome por no haberle besado, ahora me arrepentía, si es que a mí también, ya me valía… Me había cargado cualquier esperanza de una nueva cita, venga felicidades Saam, me dije a mí misma irónicamente

Entre a casa y pase olímpicamente de todos, subí a mi cuarto y me puse el pijama. Me tumbe en la cama y encendí la televisión. Reponían capítulos de Gossip Girl, además eran los primeros. Es el capítulo de la primera cita de Dan y Serena, cuando su despedida no es muy lograda. Qué casualidad, que cuando parece que algo falla, cada cosa nos recuerda a ello… Apague la tele enfada, y salí al balcón a relajarme, corría la brisa de finales de mayo y la temperatura era buena.

Mantenía los ojos cerrados cuando oí que me llamaban.

-Adriana. ¡Adriana! Soy yo. – Era la voz de Jaime, pero… no era posible.

-¿Jaime? ¿Dónde estás? – Hablábamos a susurros.

-¡Aquí! – me asome y vi que estaba en el porche trasero, baje rápidamente y me encontré con él. Sonrió y se quedo mirándome.

-Esto es como las pelis americanas. – dijo entre risas. – ¿No estarán por ahí tus padres vigilando? – Mis padres… a saber donde estarían.

-Están acostados. – murmuré y suspiré sin poder evitarlo.

-Mejor. Si no, no haría esto. – puso su mano en mi mejilla y me beso despacio. No pude evitar sonreír y agachar la cabeza. – Es que no me había gustado nuestro anterior saludo. Por cierto estas ideal en pijama. – Había olvidado mi vestimenta, el pijama eran unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes negra.

-¿Gracias? – le mire alzando una ceja y me eche a reír. Él hizo lo mismo y miró su reloj.

-Bueno, ¿habrá segunda cita? ¿O esto se considera cita y vamos a por la tercera? – sonreí.

-Me parece que no hay mucha opción. ¿Cuándo quedamos?

-¿Puedo venir el lunes a buscarte? – Mierda. Justo el lunes que no estaba, y tampoco podía decir nada para que no sospechara.

-El lunes me llevaran a clase, porque vendremos directamente del pueblo. – No se me ocurría nada más que decir.

-¿El martes?

-¿A las 8? – esbozó su particular sonrisa y asintió.

-Aquí estaré. Y ahora me voy. – Me dio un beso corto y desapareció en la oscuridad.

Y allí me quede yo, sonriendo como una tonta. Y pensando en que estaría un fin de semana entero a miles de kilómetros de aquí.