martes, 8 de junio de 2010

PROLOGO: Una vida nada fácil...

-Política, ese es el tema de hoy, ¿quién puede decirme algo de política? – un montón de manos se alzaron en la clase, el profesor ojeo caras, hasta pararse en una que no había levantado la mano. – Adriana. – esa era yo, una chica de 16 años que sin duda alguna, no tenía las mismas preocupaciones que las demás chicas. - ¿Qué sabes de política? – todas las miradas se centraron en mí. Sabía demasiado de política, más de lo que me gustaría saber. Mi padre era político, y probablemente el más buscando en estos momentos, cometió 62 fraudes, y arruinó 341 compañías. Ahora mismo solo un reducido grupos de personas sabía donde estaba. Mi madre y yo formábamos parte de un programa de protección de testigos, y si en algún momento alguien descubría quienes éramos estaríamos perdidas. Por eso mi madre vivía en Alemania, y yo en España. Así que con 16 años vivía sola en una enorme casa, sin familia, y sin amigos. Es complicado tratar de tener amigos, cuando ni siquiera puedes decirles tu verdadero nombre. - ¿Adriana? - ¿Y ahora que contestaba yo?

-Nada, no sé nada de política – la clase bufó al unísono y el profesor me echo una mirada envenenada.

-Te juegas un cero.

-Se supone que debes enseñarnos que es política, no entiendo por preguntas ahora y no después de hacer tu trabajo – Estoy segura de que pensaba contestar cuando el timbre sonó y toda la clase comenzó a recoger.

-Adriana quédate un momento – Mierda, ya me tocaba otra charla sobre el respeto, la educación y demás valores entupidos.

-Dese prisa, me esperan. – murmuré.

-Seré breve, no entiendo lo que te pasa, tus exámenes son excelentes, pareces saber todo, haces tus trabajos y tareas correctamente, pero ¿por qué no participas en clase? – me encogí de hombros ante la inquisitiva mirada del profesor. Era uno de los mejores profesores que tenía, y que al menos se preocupaba, y me dolía tener que ser así, peor no podía dejar que nadie supiera nada de mí, así que adopte esa personalidad al mudarme sola hacia ya casi un año. –Intégrate entre tus compañeros y se más sociable, porque si no hablaremos con tus padres – Alarma roja, ¿mis padres? Podrían averiguar algo, ¿y con quién me juntaba yo ahora? Si ni siquiera sabía los nombres.

Salí de la clase preocupada y me caminaba con pasos rápidos hasta el coche que me esperaba como cada día a la salida de clase. Choque contra un chico y todos los papeles que llevaba en la mano acabaron en el suelo.

-Lo siento, no era mi intención – dije sin mucho interés.

-Claro, claro. Podías mirar al frente por lo menos – el chico relataba como hablando para si mismo. Levanto la cabeza y se me quedo mirando - ¿Tú eres Adriana, Adriana Lima?

-Creo que sí.

-Vamos a la misma clase. Soy Jaime, Jaime Rodríguez – me ofreció su mano en un intento de ser amable. La verdad es que no sabía quien era.

-Es posible – murmuré. Recordé lo que dijo el de historia sobre integrarme, y supe que tenía que hacer algo. – Hummm...… ¿Por aquí soléis ir a algún sitio por las tardes?

-Hablas como si fueras nueva.

-¿Qué?

-Que llevas aquí todo el curso, y nadie sabe nada de ti, y si encima preguntas esas cosas, parece que acabes de llegar. – Me quedé pensando durante un segundo.

-O sea que… ¿la gente habla de mí? – Soltó una carcajada, y yo sonreí ante lo estúpida que debía parecer.

-Ya lo creo, eres Adriana Lima: el gran misterio. Es más yo creo que estarían encantados de publicar esta conversación en el periódico escolar – Vaya, vaya, pues al final lo de la chica misteriosa había sido peor para guardar mi identidad, debió ver mi cara de disgusto y añadió rápidamente – Tranquila, la guardare en secreto – y mostró su resplandeciente sonrisa, debía reconocer que era mono, bastante alto, ojos verdes, cabello moreno…

-OH se lo agradezco, estaré en deuda contigo – Y reí para parecer más natural.

-Entonces, ¿vienes a tomar algo conmigo? – dijo, y me quede paralizada, no sabía que contestar.

-Se dice “entonces” cuando ya se ha hablado del tema – murmure en un intento de salir al paso. Puso los ojos en blanco y volvió a sonreír.

-Es tan fácil como sí o no. – medité durante un momento, y pensé que sería una buena idea.

-¿A las 6? – pregunté con un encogimiento de hombros

-Pasaré a buscarte, espera ¿dónde vives? – ¿sería buena idea darle mi dirección? Pensé que no pasaría nada y él anotó mi dirección en su móvil. – De acuerdo estaré allí a las 6. – Ya que hoy era viernes y podría hacer las cosas mañana, decidí ir de compras para la salida por la tarde.

-Hasta entonces. – monté en el coche que me esperaba, y observe como Jaime me miraba perplejo, estaba segura de que él estaba tan sorprendido como yo de haber quedado esa misma tarde.

Debía estar con una sonrisa en la cara cuando Jorge captó mi atención.

-¿No me dices nada de que hoy haya venido a buscarte? – Pensé durante un momento, era cierto, ¿cómo es que había venido Jorge a buscarme y no mi habitual chofer?

Se que así debe sonar genial, un chofer… Pues no era lo único, en mi increíble casa tenía cocinero, servicio de limpieza, y seguridad, mucha seguridad. Jorge pertenecía al servicio de seguridad, tenía 19 años recién cumplidos, un cuerpo fuerte y una altura respetable. En cuanto a responsable, no era un modelo a seguir que se dijera, trabajaba con nosotros porque era de las pocas personas que conocían nuestro secreto. Nos conocíamos desde pequeños, nuestros padres eran grandes amigos, y él era el único en el que confiaba y al que le contaba todo. También le gustaba demasiado salir de fiesta, las grandes celebraciones, las chicas, y bueno ya os imagináis el resto…

-¿Qué haces tú aquí? – pregunté

-Nada, que me han dejado venir a buscarte hoy. – La verdad es que no sonaba muy bien, ¿y si pasaba algo? Prefería no pensarlo la verdad…

-¿Te apetece hacer algo especial señorita Lima? – Eso si que sonó mal, seguro que había malas noticias…

-Ay, ay, ay, Jorge que te conozco… ¿qué pasa?

-Prefiero contártelo en otro sitio, vamos al centro y te cuento comiendo algo.

Durante todo el trayecto solo se me pasaron cosas malas por la cabeza, ¿qué habría pasado? Y por otra parte estaba la cita con Jaime, ¿tendría que anularla?

Llegamos al centro, y paramos en un restaurante que a mí me encantaba, Jorge pidió dos menús y se me quedo mirando.

-Venga, suéltalo, será mejor – Dije suspirando

-Nos vamos a Los Angeles, mañana. – Y no podía haber dicho algo que me sorprendiera más…

Y con razón decía yo, que mi vida no era fácil…

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