domingo, 13 de junio de 2010

Capítulo 5

CAPÍTULO 5: Mi martes especial

Llegue a Madrid a las seis de las tarde del domingo. Entre por casa y lo primero que hice fue mirar el teléfono. El piloto rojo del contestador pestañeaba. Pulse el botón y una voz indico que había dos mensajes nuevos. Uno era de Jaime y otro de David, empece por el de Jaime.

-Buenos días, tardes o noches, cuando quiera que me oigas. El caso es que estoy muy muy muy aburrido por casa, un sabado por la tarde aburrido, ¿te lo puedes creer? Jajaja. Bueno le he pedido tu número a David y, ¡tachan! El caso es que... te echo de menos, el martes paso a buscarte.

Sonreí cuando acabo. ¿Cómo es que David sabía mi número? Si había cambiado de teléfono. Bueno ahora no importaba. Pulse el botón de nuevo y empezó a sonar la voz de David.

-Le dí tu teléfono a Jaime, espero que no te importe. Sé que no debería meterme en tus asuntos, y menos después de tanto tiempo, pero sabes que eres una de mis mejores amigas, y por mucho tiempo que pase seguiras siendolo. Quiero que nos pongamos al día de todo, que me cuentes que ha pasado, tu nombre, tus padres, tu casa, incluso tu pelo ha cambiado. Tenemos mucho de lo que hablar. Y... creo que deberías alejarte de Jaime, es uno de mis mejores amigos, y le conozco.

David siempre igual, no podía dejar a una en paz.

Decidí que lo mejor iba a ser acostarme, porque con tanto cambio horario, tanto disgusto y tanto mensaje estaba que no podía. Antes debía llamar, tras mi ausencia de hoy quizá lo de mañana se cancelaba. Cogí el teléfono de Jaime y lo marqué.

Piiiiiii. Piiiiii. Piiiii. Una voz carraspeá y contesta al teléfono.

-¿Si? - Era su voz, la voz de Jaime. Tan adorable como siempre.

-Jaime, soy yo, Adriana.

-¡Adri! ¿Estás bien? - Pareció alegrarse de oirme.

-Sí, sí. Es que al final llegué tarde y esta mañana me he quedado en casa. ¿Qué habeis hecho hoy en clase?

-Nada del otro mundo... - Pareció pensar algo. - Si quieres, puedo llevarte los apuntes de hoy y mañana me los devuelves. - Me sugerió. Estaba muerta pero cualquier posibilidad de verle era tan irresistible...

-Emm... De acuerdo.

-En media hora estoy allí.

-Vale. - Colgué y corrí al baño a ducharme. Estaba muerta del viaje, y sudorosa también.

Me duche tranquilamente, me lavé el pelo, y me vestí completamente de blanco. Cuando me vestía de blanco me sentía bien. Sono el timbre y corrí a abrir. Era él, allí esperaba como siempre.

-Hola. - Se acerco y me dio un beso despacio. Sonreí.

-Gracias por traerme las cosas. - Llevaba dos cuadernos en las manos que me entrego. Tras un silencio incomodo habló.

-Debería irme, ¿no?

-No no no. O sea, después de venir, podías entrar o algo. ¿No? - Sonreí.

-Estas preciosa de blanco.

-¿Eh?

-Nada nada. - Su sonrisa me hacia grande. Y había dicho que era preciosa, debía de gustarle.

-Entremos.

Le cogí la mano y me siguió adentro.

-¿Estan tus padres? - Susurró

-No. - En ese momento comprendí que todo eran mentiras, y que iban a serlo, pero no podía hacer nada por evitarlo. Deseché ese hilo de pensamientos y me centré en el presente.

Llegamos a la habitación y dejé los libros en el escritorio. Me giré y él estaba cotilleando todo. Me reí y entonces se quedo mirandome.

-Tienes muchos libros. Y discos. Y películas. Un buen ordenador. No me extraña que vivas en tu casa. ¿A qué se dedicá tu padre? - Joder... Y las mentiras volvían a la carga.

-Em... tiene... una empresa.

-Aham... - Se había acercado, sonrió y me besó. Pero no como las otras veces, esta veces el beso se alargo, me cogió de la cintura. Puse una de mis manos sobre una de las suyas. Bajo sus besos a mi cuello y yo sonreí. En ese momento Jorge entró a la habitación. Jaime se apartó de repente e intento disimular bajando la cabeza.

-Lo siento Adri. No sabia... - hizo una pausa y se rió. - No sabía que hubiera visita.

-Pues sí, deberías aprender a llamar a las puertas. Jaime este es Jorge. Jorge este es Jaime.

-Heey. - Dijo Jaime levantando una mano y con su particular sonrisa.

-Bueno yo casi que me voy. Solo iba a decirte que tu madre ha llamado. - Mi madre había llamado, pero no había sido mucho porque no me habían avisado.

-Esta bien. Luego hablamos.

-Ya lo creo. - dijó riendose y salió de la habitación.

-Vale lo siento, Jorge es así... no suele haber mucha gente en mi cuarto.

-Me quedo más tranquilo. - Dijo riendose.- Ahora es cuando tu dices quien es Jorge. - Venga, vuelta a las mentiras...

-Es un amigo de la familia. Vivé aquí mientras esudia. - Si Jaime iba a estar mucho tiempo por casa, debía contarle todo a Jorge.

-Bueno nena, creo que voy a tenerme que ir a casa. Mañana paso a buscarte. Vamos a tener un martes perfecto.

-Mi martes perfecto. - dijé sonriendo.

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